La inteligencia artificial y la automatización de categorías laborales, concretas, multiplicará las oportunidades de empleo, actuales y nuevas

Barcelona, 9 de agosto del 2018.-  La incertidumbre de la cuarta revolución industrial (4.0) la notamos día a día. La transformación de las economías desarrolladas apuntan a gestiones del cambio acelerados por drásticos avances tecnológicos. En este sentido, Pablo Wang, director de Huawei Consumer Business Group en España, ha publicado reciéntement un análisis del que he extraído los siguientes párrafos:

El mejor antecedente para analizar en perspectiva lo que puede ocurrir en las próximas décadas es recurrir a la primera revolución industrial. A través de un estudio realizado por la firma Deloitte se procedió al análisis de los censos de Inglaterra y Gales entre 1871 y 2015, y descubrió que la tecnología había creado más puestos de trabajo de los que había destruido. Algo similar señalan las estadísticas realizadas entre 1800 y 2009. 

El cambio fundamental, en aquellos años, fue que los seres humanos pasamos a desarrollar tareas más técnicas, profesiones que requerían un mayor conocimiento y dejamos de lado aquellas que se sustentaban en la fuerza física. Y esa transformación también ocurrirá en el futuro.

La diferencia es que, en este caso, la IA se hará cargo de aquellos trabajos y tareas rutinarias que requieren un gran volumen de procesamiento de información, como la reposición en los supermercados, los análisis médicos, búsqueda de principios activos en la industria farmacéutica. Toda tarea que pueda ser reemplazada por la automatización, desaparecerá para los humanos. Pero esto no es grave, como explica Michael Chui, del Instituto Global McKinsey, ya que «ninguna industria ni empleo será completamente automatizado en el futuro». Un ejemplo sorprendente de esto es Amazon. Se estima que el gigante de las compras por Internet aumentó en un 50% la cantidad de robots que utilizaba entre 2015 y 2016. Pero desde 2014 la cantidad de empleados contratados se cuadruplicó.

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En primera instancia, tal como describe la ex secretaria de Comercio de los Estados Unidos, «nos convertiremos en trabajadores tecnológicos. Todos somos usuarios de tecnología desde el momento que tenemos un teléfono móvil».

Ejemplos claros de esto son Amy, un asistente virtual que elimina la tediosa tarea de programar reuniones; Tact, que analiza de forma automática los datos de ventas; Troops.ai, que automatiza el proceso de organización; y Vera, que es capaz de seleccionar los mejores candidatos, hasta 10.000 por mes, para cualquier puesto de trabajo y ya la utilizan Pepsi, Ikea o L’Óreal. Y, a la hora de buscar nuevos clientes Crystal (es capaz de crear perfiles de personalidad basados en el uso de redes sociales y hasta sugiere cómo personalizar los mensajes teniendo en cuenta gustos y aficiones.

Ahí reside la clave, la inteligencia artificial debe simplificar nuestro día a día con tareas que podrían automatizarse, y esta ayuda debe realizarse sin esfuerzo. 

Todo esto nos dejará a los humanos «libres» para potenciar aquellas cualidades que nos distinguen como especie: imaginación, creatividad, pensamiento crítico, etc. Y son justamente aquellos que se preparen para este entorno, quienes tendrán éxito. Así, la tecnología no nos quitará el trabajo, lo que hará será enfrentarnos a una adaptación del sistema educativo que permite, verdaderamente, preparar a los jóvenes para los desafíos futuros. Ya no son las (viejas y repetidas) respuestas las que les llevarán lejos, sino las (nuevas) preguntas que sean capaces de formular. 

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