Barcelona, 22 de febrero del 2022.- Una DAO (Organización Autónoma Descentralizada) es una forma de organizar y hacer funcionar organizaciones, haciendo uso de los smart contracts y la tecnología blockchain para brindar transparencia, inmutabilidad, autonomía y seguridad a las mismas. A continuación conocemos por qué es una herramienta que ha ganado actualidad.
Según Hipertextual, la columna vertebral de una DAO es el smart contract. Ese contrato incluye las reglas que se han definido para su funcionamiento, y también funciona como “caja de seguridad” para las finanzas del grupo. La ausencia de una autoridad centralizada se sustenta en el proceso de votación que protagonizan sus integrantes; esto significa que nadie puede tomarse la atribución de actuar en nombre de la DAO si no cuenta con la aprobación de los demás. Y nadie puede cambiar el contrato inteligente cuando ya se encuentra activo, pues todo queda registrado de forma pública y verificable en el blockchain.
La revista tecnológica Hipertextual ha explicado la eficacia hoy de las DAO:
Un punto clave de las DAO es que todas las acciones a realizar se someten a un proceso de votación. Para ello se utilizan comúnmente los tokens de gobernanza, que se entregan a los integrantes a través de distintas vías. Algunos los reciben como contraprestación por aportar liquidez a un proyecto —es decir, inyectar dinero o su equivalente en criptomonedas—; otros los obtienen en plataformas de intercambio descentralizadas, pues no existe ningún tipo de limitación para negociarlos. Así, al contar con estos tokens los usuarios están habilitados a votar.
Si bien esta última es la modalidad de participación que más se ve entre las DAO, no es la única que existe. Otras organizaciones se valen de un sistema basado en acciones que no se pueden comprar directamente, sino que se debe solicitar permiso para sumarse a través de alguna propuesta en concreto.
Una de las organizaciones autónomas descentralizadas de más éxito y reconocimiento internacional es MakerDAO, que está a cargo del desarrollo de Dai, una criptomoneda estable o stablecoin. Dicho organismo dio a conocer recientemente un caso que sirve para ejemplificar a la perfección cómo funcionan estas entidades basadas en los smart contract.
Lo que ocurrió fue que una persona publicó en el foro de Maker que había cometido un grave error por el cual había «quemado» 10 millones de Dai —es decir, 10M de dólares—. Esto significaba que las criptomonedas habían sido enviadas a una dirección desde la cual el usuario no las podía recuperar por sus propios medios; sin embargo, sí existían los medios técnicos para que la propia DAO pudiese recuperarlos y restituirlos a su dueño. Pero para que ello sucediese era necesario contar con la aprobación a través del voto ejecutivo.
Por ello, tras confirmar que los Dai en cuestión efectivamente pertenecían a la persona que denunciaba el «extravío», MakerDAO puso la propuesta a votación. Así, de unos 85 mil tenedores del token $MKR, más de 58 mil dieron el sí para la recuperación y devolución de la millonaria suma.
Técnicamente, The DAO no fue la primera organización autónoma descentralizada, pero sí irrumpió con mucha fuerza allá por abril de 2016. En su momento fue noticia porque se lanzó tras una muy exitosa campaña de financiamiento colectivo (crowdfunding) con la venta del token $DAO; al punto tal que se recaudaron 11.5 millones de ETH, lo que por entonces equivalía a 150 millones de dólares, tomando en cuenta que el Ethereum valía alrededor de 13 dólares.
Sin embargo, al poco tiempo de su lanzamiento se descubrió que existían múltiples problemas de seguridad en el código de The DAO. Y en junio del mismo año, antes que las vulnerabilidades se pudieran solucionar, la organización fue víctima de un hackeo a través del cual se drenó el equivalente a 50 millones de dólares en Ethereum de su «bóveda».
El caso de The DAO provocó una polémica discusión que tuvo un resultado inesperado. Parte de la comunidad desarrolladora de la red de Ethereum se inclinó por un hard fork para «deshacer» el robo y recuperar los fondos; esa bifurcación nos ha entregado lo que conocemos actualmente como ETH, mientras que la versión del blockchain original se convirtió en Ethereum Classic (ETC).
Pero más allá de haberse recuperado los fondos robados, The DAO ya estaba condenada al fracaso. En cuestión de meses, las principales plataformas de intercambio dejaron de operar con el token DAO y la organización quedó condenada al ostracismo.
Algo que hace tan fascinantes a las DAO es que no se necesita de un espacio físico para comenzarlas. Un servidor en Discord, un canal de Telegram o una cuenta de Twitter pueden ser el punto de partida para la conformación de una nueva organización autónoma descentralizada. Esto explica por qué cada vez nos encontramos con más ejemplos de organismos de este tipo que se gestan a partir de un movimiento que vive plenamente en el plano digital, pero con implicaciones sobre la vida real.
Tal vez el caso más representativo de esto sea el de ConstitutionDAO. Estamos hablando de un grupo de personas que se reunió para comprar la última copia original de la Constitución de Estados Unidos en manos privadas. La iniciativa experimentó un furor sin precedentes que captó la atención de todo el mundo; así, logró recaudar más de 48 millones de dólares en apenas un par de días para participar de la subasta del histórico documento en Sotheby’s.
Y si bien la DAO no logró el objetivo de comprar la Constitución —aunque por un breve momento se creyó que sí—, se convirtió en una demostración cabal del impacto inmediato que iniciativas de este tipo pueden lograr, para bien y para mal. Es que, en primer lugar, el de ConstitutionDAO fue el caso de crowdfunding más grande jamás realizado que se haya pensado para la compra de un objeto físico. Pero también sufrió las consecuencias de su meteórico ascenso, y se sumió rápidamente en el caos.
Esto se debe a que esta organización autónoma descentralizada no tenía un plan alternativo. Sus creadores confiaban en que serían capaces de comprar el documento sin encontrar mayor resistencia, algo muy alejado de lo que ocurrió en realidad. Y después del fallido intento de adquisición se tomaron algunas decisiones polémicas, como la de abandonar el token $PEOPLE para adoptar uno nuevo llamado $WTP (We the People). Así se desató una fuerte discusión en el Discord de ConstitutionDAO, pues el cambio no se sometió a votación, sino que fue decidido por el grupo de personas que inició el proyecto; algo que claramente atentó contra el principio de la descentralización, el más importante del funcionamiento de una DAO.
Y si bien la decisión se revirtió, el daño ya estaba hecho. El precio del token original sufrió las consecuencias del caos interno en la organización, lo que también abrió la puerta a los especuladores que empezaron a comprarlo a mansalva esperando una recuperación. En tanto, muchos de quienes apostaron por recuperar sus aportes mediante reembolsos se encontraron con que no podían hacerlo porque el precio del gas (la tarifa que se paga por las transacciones en la red de Ethereum) era más alto que el monto donado inicialmente.
Claramente, lo de ConstitutionDAO es un caso que marca los extremos positivos y negativos que hoy presentan las DAO. Y también ocurre que las circunstancias detrás de su conformación han sido extraordinarias, potenciadas por el hacer sobre la marcha y sin una planificación.
Si bien la conformación de una DAO puede surgir de cualquier idea plasmada en un chat o red social que cuente con suficientes adeptos, existen muchas otras herramientas que se deben tener en cuenta. Y estamos hablando de utilidades que van más allá de cómo se maneja la distribución de los tokens o el sistema de votación.