Barcelona, 10 de octubre del 2023.- Cada año, el segundo martes del mes de octubre se celebra el Día Internacional de Ada Lovelace, la primera programadora de la historia.
La Historia de Ada Lovelace es muy interesante. En concreto el momento en el que se convirtió en la pionera de la programación, según relata la revista National Geographic:
«En 1842, Ada realizó su único trabajo profesional para la revista Scientific Memoirs, que le encargó la traducción de un artículo escrito en francés por el ingeniero militar italiano Luigi Menabrea en el que se describía la máquina analítica de Babbage. Ada publicó el artículo con abundantes notas de su cosecha, en las cuales aportaba sus propias teorías acerca del funcionamiento de la máquina de Babbage. Las notas, firmadas tan sólo con las iniciales AAL para ocultar su verdadera identidad, no serían publicadas con su verdadero nombre hasta 1953. Al final, esas extensísimas notas acabaron siendo más famosas que la propia traducción del artículo. Pero ¿qué contenían las notas de Ada para que acabasen siendo más importantes que el propio texto? La imaginación y la capacidad de Ada para ver más allá de la realidad inmediata la hicieron capaz de desarrollar varios conceptos que en la actualidad podrían considerarse visionarios. El más célebre es el que se refiere al funcionamiento de lo que hoy se conoce como algoritmo informático. Ada tomó como ejemplo los números de Bernoulli, que consisten en una serie infinita de cifras que juegan un papel importante para describir, por medio de un diagrama, las operaciones que la máquina de Babbage tendría que realizar para poder calcularlas.

De hecho, fue Ada Lovelace quien introdujo aquel algoritmo en la máquina de Babbage, esbozando un concepto informático que hoy conocemos como «bucle», un grupo de instrucciones que se ejecutan varias veces, o «subrutina», parte de un programa que puede ser requerido en cualquier momento. De hecho, aunque no se puede afirmar categóricamente que Ada Lovelace desarrollara el primer programa informático de la historia, a diferencia de Babbage sí que fue capaz de ver sus consecuencias prácticas. Por ejemplo, de Ada Lovelace fue la idea de una máquina que pudiera programarse y reprogramarse para que ejecutara diversas funciones y no se limitase simplemente al cálculo, sino que fuera capaz de llevar a cabo cualquier tarea que se pudiera expresar mediante símbolos. ¿Y cómo hacerlo? Ada halló la respuesta en las tarjetas perforadas de los telares de Jacquard, y quién sabe si de aquella manera se imaginó el primer ordenador de la historia».
